La Renuncia como pleitesía:

Marco Diaz.
El miedo siempre fue tonto, estos jóvenes viejos, no se templaron en la convicción , se construyeron en el paradigma creado por ese bufón de Alwin , y su nefasto “ en medida de lo posible”, a 50 años de la traición , es urgente reivindicar la convicción de nuestros y nuestras caídos, atreverse a retomar las banderas de la soberanía , de los derechos inalienables.
Estos princesitos y princesitas , no se apoyan en la valentía de un ideal , son acólitos del bastardo realismo, del acomodaticio pragmatismo.
En su academia, aprendieron su ciencia y el deber, y en ello radica su error. Olvidaron las enseñanzas de la historia, abrazaron con frenesí, el acuerdo de los poderosos, ese que solo es válido, cuando beneficia sus privilegios, despreciando la voluntad de un pueblo , que a lo largo de la historia , ha bregado por reemplazar un modelo injusto, sustentado en la ignominia, la explotación y el saqueo.
No se puede hablar de acuerdo solo desde la cofradía del poder institucional, con una casta política que lleva años y años , anunciado un mejor porvenir, pero en los hechos , perpetua la desigualdad aberrante y la tiranía del mercado como único camino de desarrollo.
Desde el inicio de la lucha obrera, hombres y mujeres valientes, coherentes y comprometidos, han ofrendado lo mejor de su humanidad , para conquistar la dicha de la inmensa humanidad, hoy, no es tiempo de componendas y renuncias, lo que está en juego es la construcción de una fuerza transformadora, no solo en lo político, si no y por sobre todo, en la relación de derechos sociales y estado, en una ética , que pone el centro en lo justo, urgente y necesario.
No se conquistan voluntades, capitulando al primer obstáculo, cediendo al chantaje inmoral de un sector minoritario.
Cuando en el escenario político se quiere construir nuevas realidades , estás irredargüiblemente, requieren arrojo y determinación.
Por ello es urgente que los que aún construimos rebeldía , alcemos las banderas ciertas de un rojo amanecer, ese que soñaron y fraguaron los que hoy a 50 años del despojo, validamos y honramos.
Las demandas históricas del pueblo trabajador, no son poesía ni discursos vacíos de intención, son herramientas para avanzar en la superación de la miseria y la desigualdad, no para conquistar voluntades y luego olvidarlas.
Acúseseme de viejo y retrógrado si afirmo con presente convicción que para conquistar la igualdad y felicidad del pueblo trabajador , es urgente actuar con audacia, coherencia, compromiso y valor, podrá ser largo el camino, pero siempre será más digno y fructífero recorrerlo que renunciar .
Recabarren, Balmaceda, Allende y miles así nos lo indican.

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