Venezuela. El chavismo pierde Barinas. Arreaza: «Un paso atrás para recuperar impulso»

Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 10 de enero de 2022.

«Compañeros, los objetivos no se han logrado… por ahora». Con estas palabras, pronunciadas por Hugo Chávez tras el fracaso de la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, Jorge Arreza, candidato a gobernador en el Estado Barinas, ha anunciado la derrota electoral en los comicios del 9 de enero, antes de los resultados definitivos. La cita electoral se ha repetido tras las irregularidades detectadas, el 21 de noviembre, en la anterior candidatura presentada por la extrema derecha: que, sin embargo, volvió a ganar en las urnas, a pesar del esfuerzo puesto en marcha por toda la militancia del PSUV.»No hemos perdido, camaradas, – dijo Arreaza, refiriéndose a Lenin – es un paso atrás para recuperar el impulso, para renovar cada día la relación entre nuestro pueblo y nuestro gobierno revolucionario». Con este resultado -agregó- “nuestro pueblo nos dice que hemos descuidado las bases, que no hemos trabajado lo suficiente por su bienestar a pesar del bloqueo imperialista que se nos impone todos los días, y que debemos ser más revolucionarios. Lucharemos hasta el agotamiento para que nuestra Patria siga libre y redoblaremos esfuerzos para recuperar, en las próximas elecciones, las gobernaciones y los municipios perdidos”.

Con Barinas, la oposición gobierna ahora en 4 de los 23 estados que integran la república bolivariana, a los que hay que sumar el Distrito Capital que, el pasado 21 de noviembre, eligió como alcaldesa a la almiranta chavista Carmen Meléndez. A Cojedes, Nueva Esparta y Zulia, el estado más poblado del país, hay que sumar ahora Barinas. Una zona de gran importancia simbólica, por ser la cuna de Chávez, pero también central por su potencial agropecuario y petrolero y su cercanía a la frontera con Colombia, desde donde salen las infiltraciones paramilitares organizadas por el gobierno de Iván Duque, gendarme de los Estados Unidos en la región.

Y si con este resultado electoral se reconfirma una vez más la transparencia de la democracia bolivariana, también está claro que no será fácil mantener a raya a una extrema derecha pendenciera pero bien financiada por Estados Unidos, y decidida a impulsar el referéndum revocatorio este año contra el presidente Maduro. Por otro lado, el chavismo también ha sufrido las repercusiones de los cambios tácticos con los que intenta librarse del estrangulamiento económico, acosado, con acalorada polémica, por antiguos aliados como el Partido Comunista de Venezuela.

Específicamente para Barinas, entonces, en lo que Arreaza definió como un relajamiento de la relación entre el pueblo y el gobierno revolucionario, también pesaron las diatribas internas del chavismo. Sobre todo, sin embargo, ha influido la imposibilidad de resolver muchos problemas concretos de la población debido a la drástica caída del PIB, por el bloqueo económico-financiero impuesto por el imperialismo.

Ciertamente, no podrá hacerlo mejor la ultraderecha venezolana, que no tiene que responder ante el pueblo sino ante sus financistas y que siempre ha aprovechado el voto para organizar maniobras o golpes de Estado. Para comprobarlo, basta hacer cuentas en los bolsillos de la pandilla de Guaidó, a quien sus compinches han reconfirmado como «presidente interino» por un año más, dando una prueba más de sus concepción de la «democracia».

Para reconfirmar en su papel (virtual), el autoproclamado, ha sido de hecho un «parlamento» igualmente virtual, elegido en 2015 y caducado en 2020. Una farsa, sin embargo, nuevamente avalada por Estados Unidos y sus vasallos, que alimentan con inversiones estratosféricas una banda de estafadores: unas 2.000 personas, según denuncias internas, que en su mayoría viven en el lujo en el extranjero como “auto-exiliados” y reciben sueldos de funcionarios, en dólares.

Incluso la ONG Transparencia Internacional, ciertamente ajena al gobierno bolivariano, ha emitido un pronunciamiento público sobre los robos realizados por la extrema derecha venezolana. Guaidó es un títere que apenas mueve los hilos, desactivado por su propia banda, pero que sigue funcionando para mantener el robo de los activos en el exterior pertenecientes al pueblo venezolano, como el oro incautado en bancos británicos, y la gestión, en nombre de los EE.UU., de grandes empresas como Citgo o Monomeros.

Dinero que, por supuesto, no caerá en los bolsillos de la población de Barinas, que pronto tendrá la experiencia de haber gastado su voto.

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