Haitianos radicados en Chile cuentan por qué tantos quieren dejar el país

Fuente. Estrella de Valparaíso. 27 septiembre.
Bajos sueldos, alto costo de la vida y trabas administrativas han llevado a miles de personas a migrar rumbo a EE.UU..
Son nueve los países que hay que atravesar a pie para llegar de Chile a Estados Unidos. Muchos haitianos ni siquiera saben situarlos bien en el mapa, pero tienen claros los puntos rojos del recorrido: el desierto de Atacama, la selva del Darién y el río Bravo.
Luego de años bregando por regularización y un trabajo digno y una pandemia que se ha llevado las pocas esperanzas que les quedaban, miles de haitianos que llegaron hace un lustro hacen las maletas para volver a migrar, esta vez hacia el norte.
Louisemame Exantus, de 35 años, aterrizó en Santiago en 2015 con dos hijos. El más pequeño nació aquí y tiene nacionalidad chilena. Ella, en cambio, espera la renovación de su visa hace un año y medio y así, sin documentos en regla, es imposible acceder a un trabajo formal. “¿ Cómo es posible que teniendo un niño chileno no me dejen trabajar?”, se pregunta mientras monta un puesto ambulante de ropa usada en Estación Central. Gana 120 mil pesos al mes y paga 150 mil por una habitación diminuta. “El papá de mi hijo menor me manda dinero desde Brasil y mi madre, a quien yo iba a ayudar, me envía plata desde Haití”. Animado por su primo, Emmanuel Elicier, de 40 años, llegó a Chile con su esposa y sus cuatro hijos en 2016, cuando los haitianos podían entrar como turistas sin visa y regularizar luego su situación si hallaban trabajo. Entonces la estabilidad política y el crecimiento por encima de la media regional hacían de Chile un paraíso en una Latinoamérica convulsionada y un Haití aún destruido por el terremoto de 2010. Cuando el flujo empezó a ser masivo en 2018, el Presidente Sebastián Piñera implantó una visa consular de turismo sin fines laborales, que requiere aprobación en Puerto Príncipe y que frenó la llegada de haitianos, pero no mejoró la situación de los 200 mil que aún viven en Chile.
“Las cosas no son como me contaron, pero he tenido un poco más de suerte”, dice en su casa, en un campamento de Cerrillos. De sus 15 amigos, quedan ocho en Santiago. El se resiste a migrar, sobre todo tras ver las imágenes de 15 mil compatriotas -muchos procedentes de Chile varados en Texas. “La gente que ha llegado a México nos está pidiendo que ayudemos a nuestros compatriotas aquí, pero yo no tengo cómo ayudarles”, se lamenta a Efe Elicier.
El estallido social de 2019 y la pandemia le cambiaron la imagen a Chile. Con el fin de las cuarentenas, el éxodo haitiano ha explosionado. Según el Ministerio del Interior, la salida de haitianos ha aumentado un 81% respecto a 2020, con casi3 mil migrantes saliendo del país en lo que va de año, en su gran mayoría por pasos no habilitados. “La forma de migrar es muy precaria y riesgosa y muchos caen en la trata ilegal”, denunció Waleska Ureta, directora del Servicio Jesuita de Migrantes. Para la activista, las dificultades del idioma y las grandes barreras administrativas para renovar los primeros permisos temporales de trabajo obtenidos antes del cambio de normativa de Piñera han contribuido al éxodo.
“Nos piden un certificado de antecedentes penales que nos tienen que enviar de Haití, pero cuando llega ya está caducado”, afirma Fedelin Goerges frente al consulado. Las autoridades niegan saturación en los servicios migratorios y falta de voluntad política.
Aseguran que el éxodo masivo es un problema “de expectativas”. Según el director del Departamento de Extranjería y Migración, Álvaro Bellolio, “más de la mitad de la población haitiana en Chile tiene residencia permanente, no hay un problema de regularidad (…) Chile es un país donde aumenta la inflación y el costo de vida es alto para estos ciudadanos, por lo que les deja poco margen para enviar remesas a su país de origen”. En medio de una de las entrevistas en el consulado, un joven que no llega a los 30 y prefiere no dar su nombre se acerca e insiste en otra realidad de esta migración silenciosa: “Somos los olvidados de América”.

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