Teófilo Briceño. Centro de Estudios Francisco Bilbao
Al consignar las coordenadas “Gabriel Boric, generación universitaria 2011”, en ChatGPT, la Inteligencia Artificial (IA), responde “Gabriel Boric fue una figura destacada en el movimiento estudiantil chileno de 2011, que exigió reformas profundas en el sistema educativo. En ese momento, Boric era presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh) y se convirtió en uno de los líderes visibles de las protestas, junto a otros dirigentes como Camila Vallejo y Giorgio Jackson. La «generación 2011» impulsó demandas por educación gratuita y de calidad, y cuestionó el modelo económico y político de Chile, ganando reconocimiento en la política nacional”.
Si luego preguntamos a la IA por “Frente Amplio”, responde que el FA “es una coalición política chilena de izquierda, fundada en 2017, que agrupa a diversos partidos y movimientos progresistas. Surgió como una alternativa a los partidos tradicionales, inspirándose en las luchas sociales del país, especialmente el movimiento estudiantil de 2011. Su plataforma promueve la justicia social, la educación gratuita, derechos laborales, feminismo y el ambientalismo. Entre sus miembros más conocidos están Gabriel Boric (quien luego se convirtió en presidente de Chile en 2022) y Giorgio Jackson, ambos, figuras clave del movimiento estudiantil”.
Sin embargo, y más allá de lo que diga esta inteligencia artificial, a tres años del gobierno de Gabriel Boric, parece que tenían razón los sectores de la izquierda “dura” en ese 2011, al definir ya en ese entonces a Gabriel y a sus amigos, como una generación de recambio dentro del mismo orden, de relevo de los viejos cuadros de la Concertación. Un nuevo movimiento, con rostro joven, para garantizar la estabilidad neoliberal.
Aquellos jóvenes rebeldes rápidamente se transformaron en viejos acomodados, y las prácticas políticas criticadas pasaron a ser el modus operandi de los nuevos políticos. El argumento más usado por los nuevos conversos fue que otra cosa es con guitarra y que ahora, siendo gobierno, se debía ser más responsable, es decir, gobernar con el corazón concertacionista.
Parece que la lucha generacional, si no es de clase, no asegura nada. El gobierno feminista, medioambiental, del mundo social, de los DDHH, del protagonismo de los pueblos originarios, etc. termina reprimiendo a las nuevas de generaciones de estudiantes secundarios; termina asegurando los negocios a aquellos que violan nuestra madre tierra; termina desalojando al mundo social de las ocupaciones de terrenos; termina con proyectos de leyes en nombre de la justicia laboral, y asegurando la flexibilidad añorada por décadas por el empresariado.
El gobierno de los DD.HH. concluye asegurando la impunidad frente a las graves violaciones cometidas en la revuelta social del 2019, culmina criminalizando la protesta social y con más presos políticos mapuches, en lugar de concretar la promesa de dialogo. Más aún, en clara defensa de los empresarios, fortaleció la ocupación militar – policial con el resultado de muerte ya por todos conocido.
Pasó de alabar la lucha por la unidad de Nuestra América a integrar dócilmente la estrategia del imperio gringo para la región y lo que es más grave, asegurando y robusteciendo al modelo económico neoliberal para el país, pues en nombre del antineoliberalismo en realidad consolida ese modelo económico financiero depredador y especulador.
Pero no debemos olvidar también nuestra propia mediocridad e incapacidad, pues el Frente Amplio y en especial Gabriel Boric, fue un factor decisivo para que el sistema pudiese derrotar la revuelta social del 2019, con engañosos acuerdos de institucionalización y permitiendo que el neoliberalismo acorralado pasara a tomar la ofensiva y recuperase el nefasto timón neoliberal de este país.
Por ese papel que lo llena de ignominia Gabriel Boric, fue premiado con el cargo de presiente de la república, donde ha estado a la altura de lo exigido por la elite gobernante. Como triste corolario, no todo lo que brilla es oro, lo joven a veces, no siempre, es lo viejo disfrazado.