Codigorojo. 19 septiembre 2024.
El Centro de Estudios Francisco Bilbao, emitió la siguiente declaración.
«Un fantasma recorre Chile, el fantasma de los rotos alzados, el fantasma de los igualitarios, de los desplazados, de los huelguistas, de los rebeldes de toda época.
Chile nació en medio de la confrontación, la confrontación prehispánica que sufrió un mega terremoto social con la llegada de los conquistadores y esos 300 años de sangre y barbarie de la colonia, que formó al país en el que delincuentes, lo peor de Europa, se hicieron la América en nombre del rey y de dios.
La actual casta política y la oligarquía económica son sus continuadores, siempre han estado allí, delincuentes disfrazados de grandes señores, expertos en triquiñuelas y engaños.
Pero los antepasados de estos sinvergüenzas crearon un país afín a sus intereses y los de sus hijos nacidos ya en estas tierras, mientras llenaban el país de mestizos nacidos de sus violaciones y abusos a mujeres Indígenas y a esclavas traídas del continente africano.
Impusieron su visión de mundo a sangre y fuego, formado una oligarquía que convivía con el imperio y de la cual era parte la iglesia católica. Desarrollaron una identidad “chilena” que le asegurara lo que hoy llamamos “gobernanza”, identidad impuesta con garrotes, cárceles y “educación”, entendiéndose esta última por “domesticación”.
Cada cierto tiempo necesitaron hacer “adecuaciones”, de acuerdo con los tiempos, cada vez que su “reino” estaba en peligro. El golpe de estado de 1973 fue eso, pues refundaron Chile para que nunca más la chusma quisiera ser gobierno, y con los yanaconas que nunca faltan crearon el neoliberalismo actual.
Afortunadamente también hay otra identidad chilena, aquella nacida del sincretismo, una “fusión cultural” en donde conviven diferentes expresiones. Es la cultura de la dominación resignificada por el pueblo de acuerdo con otras visiones y sobre todo fruto de la sobrevivencia de los oprimidos y su lucha. Y todo esto sucede en el subconsciente colectivo, no necesariamente es racional, son emociones, prácticas cotidianas, vida.
Chile y sus símbolos, representa una cosa para los oligarcas y sus empleados, sus imitadores que vienen del “bajo pueblo”, pero es otra muy distinta para los que luchan por su liberación.
El mismo símbolo patrio usado por el ejército para matar al pueblo chileno y a los pueblos originarios, en las tomas populares se expresa como un estandarte tricolor de la esperanza por la vida digna y el derecho a la vivienda. Y de igual manera, esa bandera tantas veces mancillada por falsos patriotas es usada con orgullo en huelgas y paros de trabajadores, pues constituye un emblema ensangrentado, enarbolado con valentía por cientos de miles en la revuelta social del 2019.
La identidad respecto a qué es Chile constituye una disputa política que se plasma en el campo de la hegemonía, donde algunos ven las “verdaderas” tradiciones en la supremacía de los patrones en el campo, en la protección de la iglesia, en la visión fascista y guerrera del ejército (siempre masculino), y del chileno como supuesto fruto de una fusión de razas guerreras, la castellana y la mapuche, fusión que nos haría diferentes y superiores a los países de la región. Esta nefasta mirada sería para todos ellos la representación del “alma nacional”.
Pero hay muchos relatos sobre la identidad chilena y nosotros queremos revindicar la “chilenidad popular”, aquella que viene desde el “bajo pueblo” y protagonizada por los rebeldes de siempre, que con sus incoherencias e “imperfecciones” (como no se cansan de recitar los que nos dominan) han levantado generaciones de luchadores sociales, verdaderos patriotas.
En esa tradición está la lucha de nuestros pueblos originarios, de aquellos que desde el mestizaje tomaron partido por los dominados, de los próceres de la independencia, del guerrillero Manuel Rodríguez, desde los federalistas, de la Sociedad de la Igualdad con el internacionalista Francisco Bilbao, de aquellos que formaron el movimiento obrero chileno, Luis Emilio Recabarren, Teresa Flores y luego Clotario Blest, de la gran Violeta Parra y de tantas impulsoras de la cultura popular, de Gabriela Mistral, defensora de lo nuestro, y del presidente mártir, Salvador Allende que encabezó la gesta patriótica del gobierno popular, de Tatiana Fariña combatiente rodriguista contra la dictadura, así como de todos aquellos hombres y mujeres sencillos que se expresaron en la revuelta popular del 2019 y que incluso entregaron sus ojos como tributo para un Chile mejor.
En estas fiestas patrias, más allá de lo justo o injusto de la fecha, más allá de la parodia-parada militar, donde desfilan las armas que disparan a los pueblos que habitan Chile, queremos celebrar y saludar al otro Chile, al que no será oficial hasta que ganemos, a los que trabajan y construyen Patria en las escuelas, a los que cuidan a los niños y abuelos, a los que desde las tomas de terrenos revindican el derecho a una vivienda, a los que cuidan nuestra naturaleza, al que saca la basura en los territorios, a los que honestamente están laborando en los centros de salud, en las universidades, en el campo, a los mineros, portuarios, intelectuales, en fin a todos y todas que saben que Chile merece, necesita, otro futuro, uno en el que todos tengamos una digna y humana cabida.
Viva Chile, viva el Chile popular.
Centro de Estudios Francisco Bilbao.»